EL PODER DE DESNUDARSE ANTE EL MUNDO Y SEGUIR BAILANDO Por Jorge Orozco

A pesar de los tropiezos, los silencios y las dificultades que enfrenté —que enfrentamos— al construir esta colección, puedo decir con certeza que ha sido una de las experiencias más reveladoras de mi vida.
Una de esas en las que uno se desnuda, no solo frente al público, sino ante el propio reflejo.
Recuerdo mi infancia. Mi mamá trabajaba en una gran empresa de ropa interior, y soñaba con que yo siguiera los pasos de su hermano: mi tío, Carlos Vásquez, uno de los modelos pioneros de Medellín, cofundador de Forma Model junto a Margarita y Chacha. Él fue de los primeros modelos de línea del país, y quizá mi madre creía que ese sería también mi destino.
Lo curioso es que esa imagen se me quedó grabada: la vergüenza que sentí la primera vez que tuve que mostrarme, casi desnudo, frente a otros. Esa sensación de vulnerabilidad absoluta frente a las miradas y las opiniones.
Hoy entiendo que aquel momento fue un presagio: la vida volvería a desnudarme, pero esta vez desde adentro, con una fuerza distinta, mientras vivía uno de los capítulos más intensos de mi existencia —mi proceso de sanación del cáncer—.



/Users/orozco/Downloads/c014479b-944b-4f5b-a869-e3dc43d21e03.MP4
Nunca he creído en las coincidencias. Estoy convencido de que todo está conectado: las energías, los encuentros, las decisiones, los silencios. Nada es casualidad; todo ocurre porque debía ocurrir.
Y así fue como entendí que la vida me estaba dando un propósito más grande: comprender de cerca lo que viven los pacientes de cáncer, para luego poder hablar desde la empatía y la verdad.
Fui afortunado. Afortunado de no tener que despedirme de este mundo que tanto amo, y de poder regresar con una mirada más limpia, más consciente, más fuerte.


Un día cualquiera, caminando por el centro de Bogotá junto a mi hermana, recibí una llamada que cambió todo.
Al otro lado de la línea, una de esas personas que admiro profundamente me confirmó que, por decisión conjunta, el diseñador elegido para el desfile de Alma Rosa en Colombiamoda 2025 sería yo: Jorge Orozco.
No voy a mentir: me sentí profundamente afortunado.
No era la primera vez, pero esta tenía un peso distinto.
En mi mente solo había una idea: cómo transformar ese momento en una oportunidad para sanar desde adentro.
La realidad, sin embargo, no era fácil.
Estaba finalizando mi tratamiento, débil, con el cuerpo agotado y un sobrepeso que me hacía sentir ajeno a mí mismo. A eso se sumaban problemas laborales, y una traición dura: el robo de dinero por parte de alguien que había estado cerca durante mi proceso.
Todo eso me llevó a dudar.
¿Podría realmente hacerlo? ¿Podría pararme frente al mundo y mostrar lo que llevaba dentro, sin máscaras, sin fuerzas, pero con verdad?
Decidí hacerlo.
Y fue una de las decisiones más poderosas de mi vida.



La colección que presentamos fue una de las más grandes que he creado bajo 42 looks.
Modelos, amigos, cómplices, se unieron sin esperar nada a cambio.
Cada prenda, cada puntada, cada mirada en la pasarela, fue una pieza de mi proceso de sanación.
A todos ellos, infinitas gracias.


Y aclaro algo: este texto no busca promocionar una marca, una alianza o un producto.
Este blog —este espacio— no es una estrategia.
Es una confesión.
Un manifiesto de autenticidad.
Porque soy ese Jorge irreverente, el que muchas veces lleva la contraria, el que a veces se equivoca, pero que sigue transformando lo que toca.
Llevo más de doce años demostrando que la sastrería puede ser un lenguaje, una extensión del alma.


Siempre quise escribir.
Y escribir esto me recuerda que no todo tiene que ser una publicación perfecta o un contenido curado.
A veces, basta con ser humano.
Basta con contar la verdad.
Quiero que conozcan lo que hay detrás del sueño, el caos que lo alimenta y la fe que lo sostiene.
Este soy yo, Jorge Orozco,
El Sastre Orozco,
y este es el comienzo de nuestro vlog:
un espacio donde la moda se encuentra con la vida,
y donde vestirse es, también, una forma de sanar.











